De los Recuerdos, extraigo este párrafo sobre los matrimonios en aquella época.
Las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación, era preciso obedecer. Los padres creían que ellos sabían mejor lo que convenía a sus hijas y era perder tiempo hacerles variar de opinión.
Se casaba una niña hermosa con un hombre que ni era lindo ni elegante ni fino y además que podía ser su padre, pero hombre de juicio, era lo preciso.
La niña iba a su casa, que ahora dirían una cárcel, salía a misa, a ver a sus conocidas cada dos o tres meses, atender su casa, coser todo el día. En estos tiempos no era preciso divertirse; muy pocos casamientos se hacían por inclinación y éstos eran a disgusto de los padres.