María Gabriela Cabrera, de 51 años, es una mujer inspiradora que ha dedicado su vida a empoderar a las mujeres a través de su trabajo en Manos del Uruguay. Esta organización sin fines de lucro agrupa a 250 artesanas en 12 cooperativas, donde se producen prendas de lana y artesanías de alta calidad en madera, cerámica, cuero, guampa y mate. María Gabriela, como parte de la directiva de Manos del Uruguay, ha sido una pieza fundamental en el crecimiento y éxito de esta empresa.
El inicio de un sueño
María Gabriela proviene de una familia del medio rural, donde su madre era la cabeza de familia y tenían un pequeño tambo para proveer leche a la gente del pueblo. Desde joven, María Gabriela tuvo que enfrentarse a la falta de oportunidades educativas en su localidad, pero eso no la detuvo. Con gran esfuerzo, logró completar su educación secundaria y, a los 17 años, comenzó a trabajar en Manos del Uruguay.
El 4 de agosto de 1988 es una fecha que nunca olvidará, ya que ese día ingresó a la cooperativa y comenzó su camino en la industria de la artesanía. Inicialmente, María Gabriela aprendió a ovillar a mano y a tejer, pero también se le enseñó el valor de trabajar en una cooperativa y cómo esto podía empoderar a las mujeres del interior del país. Durante este tiempo, formó su familia, se casó y tuvo dos hijos varones, y ahora es abuela de una niña de 7 meses.
El desafío de conciliar el trabajo y la familia
Uno de los desafíos más importantes que María Gabriela ha enfrentado a lo largo de su carrera en Manos del Uruguay ha sido conciliar el trabajo con su vida familiar. Sin embargo, ella destaca que la cooperativa siempre ha sido flexible y consciente de las necesidades de las mujeres, brindándoles apoyo para continuar trabajando y mantenerse arraigadas a su comunidad. Uno de los logros más significativos ha sido la creación de centros de atención a la infancia en muchas localidades del interior, permitiendo a las mujeres llevar a sus hijos a estos centros mientras trabajan.
El desafío actual: mantener la fuente de trabajo
Hoy en día, Manos del Uruguay se ha expandido y cuenta con 12 cooperativas en 17 localidades. Sin embargo, el desafío más importante al que se enfrentan es mantener una fuente de trabajo constante y estable. A pesar de la calidad de los productos y del reconocimiento que han obtenido, todavía luchan por encontrar un mercado estable que les brinde un ingreso constante.
María Gabriela desea transmitir un mensaje a todas las mujeres que se encuentren en situaciones similares, sin oportunidades pero con ganas de hacer cosas: con responsabilidad y compromiso, todo es posible. Ella cree firmemente que todas las mujeres pueden lograr lo que se propongan si realmente lo desean y se comprometen. No solo es por sus hijos y familias, sino también por ellas mismas.
El trabajo de María Gabriela y de todas las mujeres de Manos del Uruguay contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Específicamente, se alinea con el Objetivo N.° 8, que busca promover el empleo productivo y decente para todas las personas, y también con el Objetivo N.° 5, que busca eliminar la discriminación y violencia contra las mujeres y garantizar la igualdad de oportunidades en todos los niveles de toma de decisiones.
María Gabriela Cabrera es un ejemplo de perseverancia y empoderamiento. Su trabajo en Manos del Uruguay ha permitido que cientos de mujeres en el interior del país encuentren una fuente de ingresos y se conviertan en líderes en sus comunidades. A través de la artesanía, María Gabriela ha demostrado que las mujeres tienen el poder de transformar sus vidas y las vidas de quienes las rodean. Su dedicación y compromiso son un verdadero ejemplo a seguir.